La formación Vaca Muerta fue nombrada por primera vez durante las exploraciones geológicas pioneras en la Cuenca Neuquina. Fue el geólogo estadounidense Charles Edwin Weaver quien la describió en su trabajo “Paleontology of the Jurassic and Cretaceous of West Central Argentine” de 1931 para la Universidad de Washington. Weaver descubrió la nueva formación, de edad Jurásico a Cretácico, en un cerro llamado Vaca Muerta por los lugareños, de este modo decidió nombrar a la formación en referencia a su “localidad tipo”. En las décadas siguientes el área fue explorada y estudiada por cientos de investigadores, sobre todo por su potencial hidrocarburífero.
Es imposible explicar la formación Vaca Muerta sin hablar de la Cuenca Neuquina. Esta cuenca ocupa casi la totalidad de la provincia de Neuquén y parte de las provincias de Mendoza, Río Negro y La Pampa, con una superficie total aproximada de 30 mil kilómetros cuadrados. Contiene rocas de edades diversas, pero los mayores eventos de acumulación de sedimentos se dieron durante el Mesozoico. Durante el Jurásico Inferior esta zona fue afectada por un régimen tectónico extensional que dio lugar a los primeros depocentros con acumulación de sedimentos continentales y volcánicos. Durante el Jurásico se produjo en toda la zona la depositación de sedimentos marinos. La cuenca se convirtió en una notable depresión geográfica permitiendo ciclos de ingresiones y regresiones marinas, definidas por la presencia alternada de sedimentos marinos y continentales. Este régimen se mantuvo hasta fines del Mesozoico y comienzos del Terciario.
Los geólogos denominan a los 3 grandes ciclos de sedimentación que afectaron a la cuenca como “Ciclo Jurásico”, “Andino” y “Riográndico”. Dentro del Ciclo Andino de sedimentación, la formación Vaca Muerta representa la primera ingresión marina y el momento de máxima expansión del mar Jurásico. Estratigráficamente, se trata de una megasecuencia regresiva, con una importante proporción de rocas carbonáticas ricas en fósiles (muy útiles para datar las rocas, por ejemplo los amonites), que termina con depósitos marinos someros.
Esta configuración de mar somero durante el Jurásico es la que permitió la proliferación de diversas formas de vida, cuyos restos fueron acumulados e incluso preservados (las conchillas carbonáticas de los invertebrados por ejemplo), aportando una alta proporción de carbono orgánico. Este carbono orgánico junto con las condiciones de depositación y preservación de la roca son lo que la hace hoy en profundidad rica en hidrocarburos. Vaca Muerta tiene un espesor variable dentro de la cuenca, que va desde los 60 a más de 500 metros de espesor. En la cuenca neuquina son varias las formaciones conocidas por este potencial para generar gas y petróleo, principalmente Los Molles y Agrio, además de Vaca Muerta. Los yacimientos de hidrocarburos convencionales explorados y explotados en la cuenca consisten en hidrocarburos generados en estas rocas madre y expulsados, que luego de migrar a través de la columna de roca se acumulan en una roca reservorio, con roca sello en su techo y con o sin la ayuda de una trampa estratigráfica. Las rocas debajo de Vaca Muerta en la columna estratigráfica han constituido diversos yacimientos en la cuenca, por ejemplo Loma La Lata (yacimiento convencional maduro) que fue el más grande productor de gas natural de nuestro país durante muchos años.
Desde las primeras exploraciones se supo del alto contenido de materia orgánica que tiene Vaca Muerta en superficie, y que se traduciría en hidrocarburos en profundidad. Pero los estudios hechos a la formación siempre arrojaron el mismo resultado: el hidrocarburo presente en la roca madre (Vaca Muerta) no tenía posibilidad de migrar hacia una roca reservorio. En otras palabras, las gotas de hidrocarburo estaban atrapadas e inmovilizadas dentro de una roca sin porosidad ni permeabilidad como para permitirles ningún movimiento. Este tipo de roca llamado lutitas (o shale en inglés) se convertiría una de las claves para modificar definitivamente la matriz energética de Argentina, entre otros países.
El potencial hidrocarburífero de Vaca Muerta como recurso no convencional fue anunciado por YPF en 2011, cuando se estimó por primera vez en forma de reservas (recursos técnicamente extraíbles), y se empezó a plantear la posibilidad de ampliar esas reservas que implicaba la aplicación de la fracturación hidráulica o fracking. El fracking permitiría liberar las grandes cantidades de petróleo y gas atrapado en forma de micro o nano gotas dentro de esas rocas tipo shale de Vaca Muerta para recuperarlo en superficie. Las estimaciones de reservas alojadas en Vaca Muerta aumentaron rápidamente. El último informe de la Administración de Información sobre Energía de Estados Unidos (EIA), de 2013, estima las reservas de Argentina en 27 billones de barriles de shale oil (tercera reserva a nivel mundial, detrás de Rusia, Estados Unidos y China) y 802 billones de pies cúbicos de shale gas (segunda reserva a nivel mundial, sólo detrás de China)
Con la nacionalización del 51% del paquete accionario de YPF por parte del gobierno nacional en 2012, Vaca Muerta se convirtió en el objetivo principal de la compañía y su explotación en una política de Estado. Esta obsesión con explotar los enormes recursos no convencionales de la Cuenca Neuquina se tradujeron en el primer plan quinquenal de la administración de Miguel Galuccio al frente de YPF, que busca alcanzar para 2017 un crecimiento neto de su producción del 32%, la creación de 10.000 nuevos puestos de trabajo, y la inversión total de unos 37.200 millones de dólares.
http://frackingargentina.org/