Proyecto Dragón: contexto, alcance y relevancia geopolítica
1. Antecedentes y ubicación
El Proyecto Dragón es un campo de gas costa afuera (offshore) ubicado en el norte de la península de Paria, en el extremo oriental de Venezuela, muy cerca de la frontera marítima con Trinidad y Tobago. Forma parte del Bloque Mariscal Sucre, un conjunto de yacimientos de gas descubiertos por PDVSA en la década de 1980 (Dragón, Patao, Mejillones y Río Caribe), considerados estratégicos por su proximidad a los mercados caribeños.
El campo Dragón cuenta con reservas probadas de unos 4,2 billones de pies cúbicos de gas natural, lo que lo convierte en uno de los yacimientos gasíferos más importantes de la plataforma venezolana del Caribe.

2. Estructura del proyecto y actores involucrados
El proyecto involucra principalmente a:
- PDVSA (empresa estatal venezolana de petróleo y gas), titular del recurso.
- Shell (Royal Dutch Shell), con amplia experiencia en proyectos offshore.
- National Gas Company (NGC) de Trinidad y Tobago, responsable del transporte y procesamiento del gas.
El objetivo principal es extraer gas venezolano del campo Dragón y transportarlo a Trinidad y Tobago, donde sería procesado y eventualmente exportado como gas natural licuado (GNL) o utilizado en plantas petroquímicas.
3. Relevancia estratégica
Para Venezuela, el proyecto representa una vía alternativa de ingresos no petroleros, en un contexto de sanciones y declive productivo. Permitiría monetizar un recurso subexplotado y fortalecer vínculos con socios regionales.
Para Trinidad y Tobago, el campo es vital para sostener su industria gasífera, que enfrenta declinación de reservas domésticas. El país depende de su complejo industrial Point Fortin, donde Shell, BP y NGC procesan gas para exportar GNL y derivados petroquímicos.
Para Estados Unidos, el proyecto tiene un componente geopolítico. Si bien mantiene sanciones sobre el gobierno de Nicolás Maduro, Washington busca equilibrar el suministro energético regional y limitar la influencia rusa e iraní en el Caribe. Por eso autoriza licencias selectivas que permiten operaciones controladas, bajo condiciones que eviten beneficios financieros directos al gobierno venezolano.
4. Sanciones y licencias
Desde 2019, las sanciones energéticas de EE.UU. prohíben a empresas estadounidenses y extranjeras (bajo jurisdicción norteamericana) realizar transacciones con PDVSA sin autorización especial del Departamento del Tesoro (OFAC).
En este marco:
- En 2023 y 2024, el Gobierno de EE.UU. había otorgado licencias temporales para que Shell y NGC avanzaran en estudios técnicos del proyecto Dragón.
- Sin embargo, en abril de 2024, la administración de Donald Trump (en su segundo mandato) revocó esas licencias, interrumpiendo el proceso.
- En octubre de 2025, EE.UU. volvió a autorizar una nueva licencia con un esquema en tres fases:
- Fase 1: Permite negociaciones entre Shell, NGC, PDVSA y el Gobierno de Venezuela hasta abril de 2026.
- Fase 2 y 3: Prevén desarrollo y producción, con participación obligatoria de empresas estadounidenses, y limitaciones que impiden pagos directos en efectivo a Venezuela.
Los pagos a Caracas se estructurarían como intercambios en especie (gas por alimentos, medicinas u otros bienes esenciales), en línea con las restricciones de Washington.
5. Beneficios esperados
- Para Trinidad y Tobago:
- Reforzar el suministro de gas natural.
- Mantener la capacidad exportadora de GNL.
- Sostener empleos e ingresos fiscales vinculados al sector energético.
- Para Venezuela:
- Recuperar parcialmente su producción gasífera offshore.
- Generar divisas indirectas y reactivar la cooperación energética caribeña.
- Demostrar viabilidad de cooperación internacional en el marco de sanciones.
- Para Shell:
- Acceso a un campo gasífero de bajo costo relativo y alta productividad.
- Fortalecimiento de su posición en el Caribe y Sudamérica.
6. Desafíos estructurales
- Riesgo político y sanciones: La continuidad del proyecto depende de la evolución de la política de EE.UU. hacia Venezuela.
- Condicionalidad geopolítica: La exigencia de participación de empresas estadounidenses refleja un interés estratégico más que puramente económico.
- Infraestructura y costos: Requiere instalar plataformas offshore, ductos submarinos y conexiones con las plantas de procesamiento en Trinidad.
- Régimen fiscal y acuerdos comerciales: Las restricciones financieras complejizan los mecanismos de pago y reparto de utilidades.
7. Significado geopolítico
El Proyecto Dragón se ha convertido en un caso emblemático de diplomacia energética en el Caribe:
- Une a dos países históricamente interdependientes (Venezuela y Trinidad) bajo un esquema condicionado por sanciones internacionales.
- Representa un modelo intermedio entre aislamiento y apertura controlada, donde EE.UU. busca permitir la cooperación regional sin fortalecer al régimen venezolano.
- Muestra la reorientación pragmática de la política energética norteamericana: mantener el flujo energético regional, contener la influencia de potencias rivales, y atender las necesidades de países aliados.

Conclusión
El Proyecto Dragón simboliza un esfuerzo por reconectar a Venezuela con los mercados energéticos internacionales, bajo condiciones diplomáticas y regulatorias muy complejas. Para Trinidad y Tobago, significa una tabla de salvación ante la declinación de su producción interna de gas.
Más allá de su valor económico, el proyecto tiene un alto peso geopolítico: actúa como punto de equilibrio entre los intereses de EE.UU., Venezuela, y las empresas globales de energía, dentro de un Caribe que vuelve a cobrar relevancia estratégica en el mapa energético del siglo XXI.