La operación Tormenta Decisiva, emprendida por Arabia Saudí para frenar el avance de los rebeldes Huthi en Yemen, está lejos de hacer honor a su nombre. Ni los intensos ataques aéreos de la coalición árabe liderada por Riad, ni la resistencia de las tribus locales han logrado repeler el progreso militar de la milicia chií que controla amplias zonas del país.
En ese contexto, las autoridades saudíes han pedido a Pakistán que se implique en la operación en curso con el envío de soldados, aviones militares y buques de guerra, según confirmó este lunes el titular paquistaní de Defensa, Jawaja Mohamed Asif, en la apertura de un debate parlamentario dedicado a la posible participación de su país en la coalición árabe contra la milicia chií.
La ciudad costera de Adén, último bastión del presidente legítimo, Abdo Rabbo Mansur Hadi, continuó siendo este lunes escenario de duros combates. Los Huthi se adueñaron del puerto de la localidad y del palacio presidencial, según declararon testigos locales a agencias de prensa. Para ello, según las mismas fuentes, habrían contado con la asistencia de varios tanques del Ejército leal al depuesto presidente, Ali Abdalá Saleh, quien ha sido acusado en repetidas ocasiones de mover los hilos de la rebelión entre bastidores. En este contexto, no se vislumbran signos de que los combates vayan a remitir de forma inminente.
Los requerimientos de Riad a Islamabad han colocado en una encrucijada al primer ministro paquistaní. Nawaz Sharif no puede obviar que su país recibe anualmente sustanciosas ayudas de manos saudíes (unos 1.400 millones de euros sólo en 2014), aunque tampoco está en disposición de emprender acciones que amenazarían con inflamar las luchas sectarias ya existentes. Los ataques contra musulmanes chiíes, que constituyen una quinta parte de la población de Pakistán, se han intensificado en los últimos meses, provocando temores a nivel doméstico a los que hay que sumar los conflictos latentes con los vecinos Irán y Afganistán.
El Gobierno iraní no ha pasado por alto la petición de Arabia Saudí y en lo que ha sido una rápida reacción diplomática ha manifestado su voluntad de trabajar, codo con codo, con las autoridades paquistaníes. Su ministro de Exteriores, Mohamad Zarif, tiene previsto viajar a Islamabad el miércoles. Tratará de influir también en el devenir del conflicto el presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogán, durante una visita oficial a Irán que está prevista para mañana martes.
Mientras los líderes regionales mueven sus fichas, los yemeníes sufren los estragos de una grave crisis humana. Tras recibir el beneplácito de las autoridades saudíes, el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) dijo estar preparado para suministrar unas 48 toneladas de ayuda para atender a la población. Una ayuda que incluye medicinas y material quirúrgico.
Si bien cuentan con luz verde para ejecutar su misión, los responsables de la Cruz Roja afrontan obstáculos derivados del conflicto armado y este lunes aún desconocían el momento exacto en el que el envío se haría efectivo. Sitara Jabeen, portavoz del CICR, confirmaba a la agencia France Press que la institución había fletado un avión con ayuda humanitaria, el cual se hallaba dispuesto a despegar de Ginebra rumbo a Yemen. “Contamos con el permiso, pero tenemos problemas logísticos para aterrizar. Cada vez hay menos aviones aterrizando en Yemen”, se lamentaba al respecto la representante de la Cruz Roja.
Casi dos semanas de contienda han dejado a la población de Adén en situación de desamparo. Diversas zonas del país padecen la falta de agua potable y combustible y los alimentos están empezando a escasear. “Necesitamos con urgencia un cese inmediato de los combates para permitir que las familias en las zonas más afectadas, como Adén, salgan a buscar alimentos y agua o a buscar tratamiento médico”, apremiaba el jefe de las operaciones de CICR en Oriente Próximo, Robert Mardini.
La ONU calcula que en torno a 520 personas han perecido y otras 1.700 han resultado heridas desde el comienzo de la denominada operación Tormenta Decisiva. Gran parte de esas víctimas se cuentan entre la población civil, tal y como alertó la titular de la Oficina de la ONU para la Coordinación de Asuntos Humanitarios, Valerie Amos. Asimismo, decenas de miles de personas se han visto obligadas a dejar sus hogares, una parte de las cuales han partido rumbo a países como Yibuti o Somalia por vía marítima.
Fuente: El País