Necesario es partir de varias afirmaciones: en primer lugar, Venezuela es un país dependiente de la captación de la renta petrolera, la cual está casi totalmente condicionada por el comportamiento de los factores exógenos que dan forma al precio internacional del crudo.
En segundo lugar, y esto va dirigido a nuestros(as) lectores(as) venezolanos(as), siempre, léase bien, siempre es necesario escribir (hablar, investigar y debatir) sobre petróleo. Más allá de cualquier coyuntura, más allá de cualquier circunstancia, necesario es siempre analizar el tema petrolero, el cual es fundamental para comprender la dinámica económica y política interna, pero más allá de ella, la que tiene lugar en el ámbito internacional.
Es preciso también aclarar que ésta no es una mera nota descriptiva sobre el comportamiento del precio petrolero y las explicaciones alrededor de tales variaciones, dado que hay variables geopolíticas alrededor de las circunstancias actuales que seguirán generando inestabilidad en el precio del crudo, haciendo más difícil cualquier predicción al respecto.
Tres paradojas: causas de la tendencia al alza durante cinco semanas
Para el viernes 24 de abril de 2015 el precio de la cesta petrolera venezolana cerró durante el período comprendido entre el 20 y el 24 de abril en 52,61 dólares por barril, lo que representa un aumento de 2,27 dólares (4,5%) en comparación con la cotización de la semana pasada, cuando promedió 50,34 dólares por barril, informó este viernes el Ministerio para Petróleo y Minería a través de su portal web.
Por su parte, la cotización del crudo promedio de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (Opep) subió 2,68 dólares, al pasar de 56,34 a 59,02 dólares por barril. Asimismo, el West Texas Intermediate (WTI), principal indicador petrolero estadounidense, pasó de 53,99 a 56,53 dólares por barril, lo que equivale a un aumento de 2,54 dólares. Mientras que el indicador europeo Brent, también registró un alza de 3 dólares, al pasar de 60,31 dólares a 63,31 dólares por barril.
Hay tres variables fundamentales que se han conjugado durante las últimas semanas para empujar el precio del crudo al alza. Según publicación disponible en la página web del Ministerio de Petróleo y Minería, esta alza se debe a “la preocupación por los suministros provenientes del Medio Oriente, ante el incremento de las tensiones geopolíticas en esa región. Así como por la debilidad del dólar frente a otras divisas, y las persistentes señales de desaceleración en la producción petrolera en Estados Unidos”.
Quizá una de las debilidades más comunes del gentilicio venezolano (no producto de una cuestión casual) es depender tanto del petróleo y no saber mucho de él. Esta debilidad es acentuada más todavía cuando el comportamiento del precio del crudo se explica en tres líneas, sin mucha lectura y con poca predictibilidad de lo político. Y en este segundo ítem la falla viene de la misma página del ministerio venezolano en la materia, que, casi con el mismo estilo que cualquier periódico en su página económica-bursátil, emite un comentario casi de telégrafo sobre lo que sucede.
Lo que sucede es que las variables que hoy están enviando el precio del crudo al alza, son signos ineludibles de nuestro mundo geopolítico a la sombra de la energía y el pulso hegemónico que se transforma, que se revitaliza y se estremece como el suelo cuando las placas tectónicas chocan entre sí. De manera más concreta y menos rimbombante, el pulso geopolítico Irán-EEUU es el que está teniendo un lugar más protagónico en lo que hoy sucede con el precio del petróleo. Es desde el inicio de la guerra en Yemen, o más bien, la invasión saudita en Yemen, cuando el precio del crudo comenzó a irse al alza.
Yemen arde en una guerra aupada por EEUU, donde Arabia Saudita y otros países regidos por monarcas tienen el protagonismo de ir en una “fugaz” incursión militar contra los hutíes de origen chiíta, que derrocaron al poder instituido en el mencionado país. Esto sucede en simultáneo a la publicación de los puntos de acuerdo entre EEUU e Irán en materia nuclear, a la par de la noticia de este lunes 27 de abril, que da cuenta de que John Kerry se reunirá con el canciller iraní Javad Zarif en función de tales acuerdos.
Pero en una breve retrospectiva, apenas el pasado sábado 25 de abril se publicó en medios internacionales que barcos gringos perseguían en el Golfo de Adén a unos presuntos barcos iraníes que estarían llevando armas a los hutíes en Yemen. Irán niega que sus barcos lleven armas a los hutíes y afirma que sus barcos sólo patrullan las áreas de seguridad marítima. En fin.
Dicho de otra manera, nos encontramos ante la paradoja de que Irán y EEUU se encuentran reunidos en una mesa de negociaciones en materia nuclear, mientras se encuentran enfrentados en un “área de influencia en disputa” en Yemen. Dicha situación en sí misma tiene implícita otra paradoja sobre el precio mundial del petróleo: si Irán y EEUU llegan a un “feliz acuerdo” en materia nuclear, EEUU deberá levantar el embargo petrolero que tiene sobre Irán y esto empujará a la baja el precio del crudo. Si por otro lado la guerra en Yemen continúa (o si se extiende a territorio saudita) el precio se irá a las nubes. Pero si la guerra cesa en Yemen y la tensión geopolítica se mantiene en el tema nuclear, la tendencia actual del precio (que no es nada habitual y que es más bien producto de una situación de inestabilidad) se mantendrá.
En otros temas algo más lejanos de Teherán, el precio actual del crudo está consumando su efecto sobre los pozos de esquisto de EEUU. El petróleo producto del fracking con el que EEUU ha inundado el mercado, parece ser el “one hit wonder” del petróleo que brilla por breve tiempo para luego ser olvidado. A esto se refería la reseña del ministerio venezolano de petróleo y minería sobre las “persistentes señales de desaceleración en la producción petrolera en Estados Unidos”. Esta es la segunda paradoja: EEUU generó una baja artificial en el precio del crudo que terminó afectando las propias inversiones que venían sacando lo que quedaba en suelo norteamericano.
El precio actual del petróleo ha destruido las nuevas inversiones a corto plazo en los pozos de esquisto, pero quizá uno de los efectos más perniciosos del precio actual sobre las inversiones es que está inhibiendo el desarrollo de los nuevos grandes yacimientos en diversas latitudes del mundo, lo que para muchos implica la posibilidad de que en un eventual aumento en la curva de la demanda global, habrá poco petróleo disponible en el mercado para satisfacer tal demanda en términos de precios manejables (alrededor de los 100 dólares por barril). Esto apunta a que, de mantenerse la situación actual, el comportamiento estructural del precio del crudo a futuro es que será muy alto, algo que dista mucho de su baja artificial ocasionada por EEUU.
Otra variable apuntada por el Ministerio de Petróleo y Minería sobre el alza del petróleo es la debilidad del dólar frente a otras monedas. O lo que en otras palabras no es otra cosa que la recuperación del valor del rublo, principal expresión de la derrota de EEUU en el pulso geopolítico con Rusia y que llevará a la nación del Tío Sam a implosionar el mercado mundial del crudo. La paradoja se cierne nuevamente. El rublo, y más todavía, el yuan, adquieren características de “base monetaria estratégica” para el relacionamiento comercial y energético, no sólo entre Rusia y China, sino en la recientemente fundada “Unión Euroasiática”. El dólar se desinfla de a poco, y su cualidad como expresión matemática (su cualidad como expresión de valor real en transacciones comerciales globales) le hace flaco favor a la decaída economía global empujando al alza el crudo.
La cuestión venezolana
Eulogio del Pino, presidente de Pdvsa, ha declarado recientemente que la estatal venezolana prevé el aumento de la producción en 100.000 BDP/D (barriles de petróleo por día) para finales de 2015, lo cual, en tiempos de bajos precios y de costosísimas inversiones en la Faja del Orinoco, es una meta bastante razonable. Ir a contracorriente a la cultura petrolera venezolana gestada en años recientes a la sombra de los altos precios, infiere el desarrollo de capacidades para tiempos (y pese a tiempos) de bajos precios, y en eso insiste Pdvsa. Aumentar la producción es una solución acertada.
Dentro de la Opep y sus techos de producción, Venezuela es uno de los pocos países “facultados” para un aumento sustantivo de su cuota, sin que esto implique continuar debilitando el precio internacional del crudo y la destrucción de la Opep. Esta visión ha acompañado el enfoque estratégico previsto en la política nacional emanado desde el Gobierno central. El ritmo de inversiones en los nuevos desarrollos se sostiene en tiempos de bajo precio y se reviste en garantías concretas a la sostenibilidad del muy golpeado ingreso nacional producto de la caída internacional del precio del crudo.
Por otro lado, la economía doméstica ha sido objeto de novedades: ocurrió el cierre del chorro de divisas despilfarradas en cupos viajeros y electrónicos (que en muy gran parte iban a dar al mercado especulativo) y, por otro lado, el anuncio de apoyo financiero chino por 5 mil millones de dólares orientados al desarrollo económico medular del país.
En el contexto de una economía que se aprieta el cinturón, que se reordena, que sigue aumentando su producción, que el precio del crudo vaya aumentando gradualmente no es algo para alegrarse, es algo para lo cual vale la pena mantener el pulso, pues la aspiración de la planificación económica nacional debe apuntar a una recuperación del equilibrio. No hay estimaciones fiables alrededor del precio del crudo, como lo dijo el presidente Maduro en recientes declaraciones: “no está a la vista” la recuperación del precio del petróleo para este año, y es probable que la situación se mantenga así para el 2016.
Sobre esto es necesario debatir, analizar y difundir. Hay que revisar minuciosamente el tema petrolero y comprender todas las variables posibles dentro y fuera de Venezuela. La comprensión de tales variables servirá mucho para explicar la dinámica interna. Son tiempos de eficientar la planificación económica y navegar en medio de las aguas turbulentas del precio y la dependencia petrolera, hasta que construyamos nuevas formas de relacionamiento económico, lo cual debería ser el centro de la planificación económica. He ahí otra paradoja: emplear al máximo el petróleo para olvidarnos de él, pero ese ya es otro tema.
Autor: Franco Vielma