La estrategia de negocios que está siguiendo ExxonMobil es un peligro para sus accionistas y para el mundo. Tuvimos otro recordatorio en un informe del comité para el Ártico del Consejo Nacional del Petróleo, presidido por el director ejecutivo de ExxonMobil, Rex Tillerson. El informe pide al Gobierno de Estados Unidos avanzar con la perforación gaspetrolera del Ártico, pero no menciona los efectos sobre el cambio climático.
Mientras otras empresas petroleras ya comienzan a hablar francamente sobre este tema, el modelo de negocios de ExxonMobil sigue negando la realidad, una conducta que además de ser inmoral, está condenada al fracaso financiero.
El año 2014 fue el más cálido del que se tenga registro; un aciago recordatorio de lo que el planeta tiene en juego en las negociaciones mundiales de este año sobre el cambio climático, que terminarán en diciembre en París. Los Gobiernos del mundo acordaron mantener el calentamiento inducido por el hombre por debajo de los 2 ºC. Pero la tendencia actual implica un valor muy superior, que puede llegar a entre 4 y 6 ºC a fin de siglo. La respuesta obvia es reemplazar los combustibles fósiles por fuentes de energía no contaminantes (por ejemplo, solar y eólica) y adoptar vehículos movidos por electricidad generada de tales fuentes.
Muchas de las empresas petroleras más grandes del mundo están empezando a reconocer esta verdad. Algunas, como Total, ENI, Statoil y Shell, proponen cobrar un precio a las emisiones de carbono (tal vez mediante un sistema de impuestos o permisos) para acelerar la transición a fuentes de energía no contaminantes, y ya se están preparando internamente para el cambio. Shell aumentó sus inversiones en tecnología de captura y secuestro de carbono (CCS), para estudiar la posibilidad de un uso seguro de los combustibles fósiles mediante la captura del CO2 que normalmente se liberaría en la atmósfera.
Esto no implica que ya todo esté arreglado con estas empresas; todavía deben declarar sus posturas y políticas en la materia, algo que prometieron hacer antes de la cumbre climática de este año. Pero al menos ya están hablando del cambio climático y haciendo frente a las nuevas condiciones a largo plazo del mercado. Pero ExxonMobil no.
Los directivos de la empresa, cegados por su enorme poder político, se conducen como si el cambio de la realidad global no los afectara. Viven en un mundo propio, rodeados de operadores y asesores políticos de Washington, que los convencieron de que ahora que los republicanos dominan el Senado de los Estados Unidos, ya no hay que preocuparse por los riesgos empresariales del cambio climático; que no existen, o que el mundo seguirá su curso a pesar de ellos.
Pero ExxonMobil no es un actor marginal en el drama planetario, sino uno de sus protagonistas principales. Según un estudio de 2013, ExxonMobil es la segunda empresa del mundo que más contribuye al total de emisiones de CO2, sólo detrás de Chevron. De hecho, el estudio halló que ExxonMobil sola contribuyó más del 3 por ciento de las emisiones mundiales, ¡desde el inicio de la era de los combustibles fósiles!
¿Qué dicen los directivos de ExxonMobil de las nuevas realidades climáticas? ¿Cómo reconcilian sus políticas corporativas con las necesidades planetarias?
La triste realidad es que simplemente esquivan la cuestión. Ante las preguntas de analistas independientes como Carbon Tracker sobre cómo piensan adecuar su ritmo imparable de perforación a los límites planetarios al uso de combustibles fósiles para no pasar el umbral de 2º de calentamiento, hacen como si los límites no existieran. Están cándidamente convencidos de que los Gobiernos del mundo no cumplirán sus compromisos en la materia (o que ExxonMobil podrá presionar para conseguir excepciones).
Lo que nos trae al último informe sobre el Ártico. El Departamento de Energía de los Estados Unidos pidió al Consejo Nacional del Petróleo (un organismo de la industria) asesoramiento sobre la explotación petrolera en la región. La respuesta del comité liderado por Tillerson es todo un ejercicio de desinformación. La explotación de los recursos gaspetroleros del Ártico contribuiría al calentamiento global muy por encima del límite de los 2º. Ya de por sí, el Ártico se está calentando mucho más rápido que el promedio planetario, lo que puede estar detrás de enormes alteraciones mundiales como los climas extremos que afectaron las latitudes medias de Estados Unidos los últimos tiempos.
En síntesis, la mejor evidencia científica reciente (incluido un importante estudio publicado en Nature este año) es clara e inequívoca: dejen el petróleo del Ártico en el suelo y bajo los mares profundos; no hay para él ningún lugar seguro en el sistema climático.
El mundo ya tiene reservas de gas y petróleo más que suficientes; lo que necesitamos ahora es pasar al uso de fuentes de energía no contaminantes y dejar enterrada gran parte de las reservas conocidas, en vez de explotarlas y aumentar los riesgos para el planeta. El estudio de Nature señala: “La explotación de recursos del Ártico y cualquier aumento en la producción de petróleo no convencional son incompatibles con los intentos de limitar el calentamiento climático global promedio a 2 ºC”.
La conducta descarada de ExxonMobil debería preocupar seriamente a sus accionistas. La dirección de la empresa planea gastar sumas enormes (tal vez entre 10 y 100 mil millones de dólares) para explotar reservas que no tienen uso seguro.
Así como el cambio global hacia la energía renovable ya contribuyó a una enorme caída de los precios del petróleo, en los próximos años se adoptarán políticas climáticas por las que cualquier nueva perforación en el Ártico será un enorme derroche de recursos.
Ningún plan de negocios que incluya inversiones en el Ártico, las simas marinas y las arenas petrolíferas de Canadá es compatible con la seguridad climática mundial. Los inversores de ExxonMobil deben cuestionar pronto a la dirección de la empresa por su peligrosa estrategia de negocios, que contradice los acuerdos políticos y necesidades globales. Si ExxonMobil insiste en ella, a los inversores no les quedará otra alternativa que concluir lo antes posible que es hora de llevarse su dinero a otra parte.
El autor JEFFREY D. SACHS es profesor de Desarrollo Sostenible, profesor de Gestión y Política Sanitaria y director del Instituto de la Tierra en la Universidad de Columbia.
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