El petróleo iba a ser el “pasaporte al futuro” de Brasil, pero esos sueños atados a la compañía estatal Petrobras se disiparon no sólo por la caída en los precios del crudo, sino por una crisis de manufactura nacional.
Una pesquisa sobre un escándalo de corrupción en la compañía más grande del país está teniendo repercusiones en la industria en general, al suspender contratos, recortar los créditos y obligando a recortes de personal en astilleros y otras empresas que se habían estado preparando para el auge petrolero.
No hace mucho, la presidenta Dilma Rousseff había prometido que la exploración de ricos yacimientos submarinos crearía cientos de miles de empleos y proveería ingresos para finalmente mejorar las escuelas y el sistema de salud de Brasil. Pero la investigación se ha expandido constantemente y, sin final a la vista, nadie puede determinar con certeza cuándo cosechará Brasil los frutos de su riqueza petrolífera.
“En 2008, todo mundo pensaba que Brasil se volvería una superpotencia petrolera”, dijo Adriano Pires, un consultor de la industria energética y exfuncionario de la Agencia Nacional del Petróleo. “Todos esos grandes planes se están reconsiderando”.
Los investigadores federales afirman que durante la última década, algunas empresas constructoras pagaron cerca de 800 millones de dólares en sobornos y otros tipos de pagos para sobrevalorar contratos con Petrobras y canalizar parte del dinero al Partido de los Trabajadores y sus afiliados.
Hasta ahora se han presentado cargos contra 87 personas, entre ellas dos exdirectores de Petrobras. Y el viernes por la noche, la Corte Suprema otorgó permiso al procurador general para investigar a decenas de políticos, incluyendo a un expresidente y a los líderes de ambas cámaras del Congreso.
“Pone en sospecha todos los contratos de Petrobras”, dijo Claudio Pinho, un abogado que se especializa en la industria petrolera. “Está paralizando toda la operación de las compañías más grandes, lo que, en la práctica, frena todos los proyectos que Petrobras necesita para su desarrollo actual”.
Los problemas en Petrobras contribuyen a una crisis más extensa que azota la economía de Brasil, la cual los analistas dicen que es muy probable que haya caído en una recesión en 2014 y que se hunda todavía más este año.
Algunos de los analistas también temen que la deuda soberana de Brasil pierda su calificación de grado de inversión, mientras las investigaciones se extienden a industrias cruciales y abarca a políticos poderosos. Esto último de antemano contribuye con un estancamiento en el Congreso, lo que prácticamente imposibilita la aprobación de reformas económicas y medidas de austeridad necesarias para estabilizar la economía de Brasil.
La agencia de calificación crediticia Moody’s Investors Service degradó a la compañía a un estatus basura en febrero argumentando una “creciente preocupación sobre investigaciones de corrupción”, y se teme que otras agencias calificadoras pronto hagan lo mismo.
Eso básicamente deja a la compañía fuera de los mercados crediticios internacionales, cortando el dinero de inversiones que necesita para desarrollar las cuencas petroleras mar adentro.
Los problemas en Petrobras, que controla el 90% de una industria petrolera que da empleo a 400.000 personas, están creando un efecto dominó.
Los proveedores bajo investigación tienen prohibido firmar nuevos acuerdos con Petrobras. La prohibición resulta particularmente devastadora dado que, por ley y dependiendo del proyecto, la industria petrolera debe usar proveedores nacionales para hasta 65% del equipo y los servicios necesarios para sus proyectos.
“Ninguno de ellos puede ir al mercado y generar dinero”, subrayó Evan Sponagle, un asesor en Río de Janeiro. “Y obviamente uno necesita que la cadena de suministros esté en orden, de lo contrario ¿cómo va uno a perforar?”.
Sete Brasil, una empresa que se volvió emblemática para la creciente industria de Brasil después que fue establecida por Petrobras en 2011, se ha quedado sin fondos para construir plataformas de perforación. Un acuerdo para asegurar un crédito de rescate del Banco Nacional de Desarrollo se vino abajo después que fiscales difundieron el testimonio de un exdirectivo que dijo que la compañía aceptó sobornos a cambio de contratos. Ahora los observadores dicen que la firma podría quebrar.
El astillero Atlantico Sul en el noreste de Brasil canceló el mes pasado un acuerdo para construir siete plataformas para Sete Brasil debido a la falta de pago. Se prevé que pronto despida a más de 1.000 trabajadores. El astillero Enseada, en el estado de Bahía, ya ha despedido a 3.000 empleados debido a los problemas de Sete Brasil.
Los sindicatos de trabajadores navieros temen la cancelación de los planes para construir 56 plataformas. La compañía petrolero también ha dicho a dos contratistas de Houston —Pacific Drilling y Diamond Offshore Drilling— y a la británica Seadrill que no renovará los contratos que tenía por buques o plataformas de perforación en aguas profundas.
Algunos dicen que esto es sólo el comienzo. Las compañías vinculadas a los actos de corrupción podrían ser multadas con más de 1.500 millones de dólares y obligadas a restituir el dinero público que extrajeron de Petrobras.
“Cualquier expectativa de nueva inversión está fuera de discusión hasta que la gente entienda esta situación”, dijo Michelle Michot Foss, analista de energía extranjero en la Oficina de Geología Económica de la Universidad de Texas.
El escándalo se suma al desplome de los precios petroleros, situación que ha frenado diversos proyectos de ampliación en el mundo. El doble golpe frustrará con certeza los objetivos de Petrobras de incrementar la extracción a cinco millones de barriles diarios en 2018 y convertirse en una de las cinco petroleras más grandes del mundo.
Sin embargo, Petrobras anunció esta semana que venderá activos por 13.700 millones de dólares para mejorar su situación de caja y reducir su deuda que asciende a 135.000 millones de dólares.
De acuerdo con expertos, es necesario una rápida actuación en dos frentes para la recuperación de Petrobras: la nueva dirección de la empresa establecida tras la renuncia colectiva en febrero de sus principales funcionarios debe convencer a los inversionistas de que erradicará la corrupción; y el gobierno necesita flexibilizar las cuotas de contratistas locales, a lo que se opone la mayoría del común de los brasileños.
Al momento, ninguno de ambos escenarios parece posible en tanto que el factor más favorable sería un alza de los precios del petróleo, que haría atractiva la explotación marítima a posibles socios.
A pesar del pesimismo que ronda a Petrobras la crisis tiene su aspecto positivo, afirmó Joao Augusto de Castro Neves, director para América Latina del Grupo Eurasia, con sede en Estados Unidos.
“En última instancia, Petrobras saldrá de la crisis con una administración más fuerte y será menos dependiente del estado para la explotación de esos campos”, agregó.
AP